Claves de Liderazgo
Cuando pensamos en un líder generalmente
imaginamos los atributos que lo caracterizan. Es alguien visionario, justo,
inspirador, competente, entre otras cualidades. Pero el líder, más que destacar
por ciertos atributos, está en ese lugar de liderazgo gracias a la relación que
crea con aquellos a quienes impacta. Una relación que incide en las emociones,
el comportamiento y hasta el estado físico de las personas en su entorno. Recientes
estudios de las neurociencias han demostrado que nuestros cerebros están
interconectados en una especie de WiFi
neuronal. Nuestros cerebros reaccionan y responden recreando las emociones que
observamos y percibimos en otros. Además, principalmente aprendemos y nos
desarrollamos a partir de otras personas. Pero nuestro cerebro no está en red
con cualquier otro cerebro, sino con el de aquellos que nos importan y que
tienen la capacidad de influir en nosotros, aquellos a quienes colocamos en un
lugar de especial influencia en nuestras vidas.
El
liderazgo: una relación
El liderazgo entonces es una relación. Esto
significa que el liderazgo es parte de una red, un tejido que une al menos a
dos en una relación donde uno está en posición de influir (positiva o
negativamente) en el otro. Esto también significa que líder puede ser cualquier
persona, por un período largo de tiempo o por lapsos momentáneos: el tiempo en
que el ‘liderado’ se mantenga en su posición. No se necesita una credencial
particular, sino que alguien nos confiera ese lugar. Claro que el liderazgo
puede imponerse por el miedo, la fuerza o la coacción. Pero sabemos que el
liderazgo más efectivo en nuestros tiempos no es el que se impone, sino el que
se gesta naturalmente porque inspira y crea valor mutuo.
Siendo así, ¿qué puede hacer cualquier
persona para ser un buen líder? Lo primero que debe hacer es conocerse a sí
mismo. Conocer sus fortalezas y debilidades. Mantener constantemente una
autopercepción activa para saber cuál es su estado mental y emocional,
entendiendo que su estado incide en el estado mental y emocional de las personas
en su ámbito de influencia. Si como persona me siento mal, frustrada, cansada y
estresada, entonces eso es exactamente lo que voy a irradiar y ‘contagiar’ a mi
alrededor. Si, por el contrario, me preocupo por estar bien, conozco la fuente
de mi estrés y busco la forma de manejarlo para poder ser una persona feliz,
entonces de una manera casi automática comienzo a generar eso mismo alrededor.
Lo segundo que debe hacer una persona para
ser buen líder es preguntarse “¿cuál es el impacto que quiero tener en quienes
me rodean?” Esa es la pregunta éticamente más importante que puede hacerse un
líder, sea una madre o un padre, un profesor, un empresario o un político. Porque
el impacto va a ser real e inevitable. Pero la calidad de ese impacto sí
depende de la intención del líder.
Diálogo
en democracia
En sociedades democráticas como la de
nuestro país, el diálogo es crucial para poder avanzar en la dirección
correcta. Lo que define a un gran líder
es su capacidad para conocer, entender y escuchar a los demás, y actuar de
acuerdo a sus expectativas y necesidades.
Necesitamos líderes que tengan más capacidad de escuchar y crear
diálogo. En este contexto, probablemente es más importante que el líder promueva
un diálogo productivo e implemente los acuerdos de dicho proceso, que el que
pueda plantear una estrategia predefinida y tratar de ejecutarla.
Los líderes son los que hacen cultura y
son quienes pueden cambiarla cuando sea necesario. Por su función en el tejido
social, ellos asignan valor a los atributos y comportamientos que serán
considerados deseables en ese grupo. Es decir, son quienes crean y perpetúan
los valores de una sociedad. Y los valores pueden apuntar a la solidaridad, la
sostenibilidad y el amor, o pueden apuntar a la discriminación, la segregación
y el odio. Los líderes deciden.
Los líderes de nuestros gobiernos, de los
partidos políticos y de las principales instituciones del país deben comprender
la responsabilidad tan grande que tienen de moldear nuestra sociedad a partir
de su ejemplo, sus acciones y sus palabras. La responsabilidad que tienen de
escuchar a todos y tratar de entender todos los puntos de vista, para después
actuar de manera consecuente. De esto
depende el cambio que tanto necesitamos para poder vivir en sociedades que se
desarrollen de manera más inclusiva y justa, donde todos tengan oportunidad de
ser un líder positivo cuando llegue su momento.
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